viernes, 12 de agosto de 2011

Altaír

Esta historia habla de lo que a veces sentimos en nuestro interior, esa ave de alas inmóviles que espera emprender vuelo...

Ya habían pasado años desde que el niño Altaír había quemado todo su bien material para irse en el camino del espíritu, liberándose de las ataduras tan subjetivamente frágiles de la sociedad. Frágiles, porque finalmente estaban atadas a conceptos tan intrascendentes y superficiales que poco era el terreno en que se sostenían las raíces de estos esquemas falsos... Estos esquemas se ven claramente en el día a día. Se llena el vacío que causa el misterio de la vida, la incógnita mayor, con el materialismo y la creación de necesidades que rápidamente se desvanecen, porque no perduran. El vacío es abstracto, por ende infinito, y también la luz que entra a tu ser al liberarte y alcanzar la liberación material, la esperada catarsis.

Nació en una familia tradicional, donde comían mientras hablaban del clima y de a poco perfeccionaban su capacidad de asediar su verdadera esencia. Iba a un colegio donde lo más importante era el dinero y matar la creatividad de los niños; ir de a poco enseñándoles a los niños que lo que importaba era lo que se podía tocar (el dinero) y que el pensar había que dejárselo a los adultos.

A temprana edad Altaír entendió que esto ningún bien le traería; y supo que tenía que escaparse. ¿Qué valía más, el camino a su esencia y autodescubrimiento o el éxito laboral?

“Tú no vales nada” le decía su ego “no eres más que un niño confundido que busca soluciones estúpidas.”

Largo fue el tiempo que duraron las tardes de meditación de Altaír. Si es que buscaba un lugar en la sociedad, difícil sería sacarle el provecho a esto. Ya que aunque esto traía facilidades y bienes materiales, te esclavizaba al secuaz de tu ego, la jaula de la sociedad. Altaír no habría podido liberarse de las ataduras que la habrían atravesado su ser.

El ego es vital para sobrevivir en la tierra ya que te dice quién crees que eres basándose en la punta del iceberg infinito (tu alma sin fin) y lo que piensa la gente de tu alrededor. Tu identidad (que siempre será creada por el ego) es la que te da ese escudo de protección al decirte que tú eres tú; y nada más importa. La identidad es creada por el ego ya que es una simple concepción que tienes de tu esencia, porque tú no eres simplemente tú; tú eres una infinita cantidad de yos.

Altaír sentía una luz en su interior, y esta luz solo surgiría totalmente si es que emprendía vuelo. Quería dejar toda civilización. Él entendía que los humanos se abrían entre sí los misterios y enseñanzas de su sangre, pero también comprendía que necesitaba sumergirse en su ser para encontrar las respuestas; para finalmente intentar mirar directamente a su esencia sin nada que lo obstaculizara, volver a la inocencia y liberarse de las influencias.

Pero todo era confuso, ya que él siempre había pensado que los seres humanos estaban conectados, no por sus similitudes, sino porque todos pertenecían a la misma verdad desconocida. ¿Y si es que todos éramos uno; si es que éramos todos ramas de un mismo árbol, seríamos todos iguales? No, era imposible, si es que uno seguía la lógica de la metáfora, esta indicaba que éramos todos únicos, aunque una ramificación, claro. Y siempre se confía en las metáforas, por más subjetivas que fueran, o eso era lo que Altaír creía. Y es que Altaír no creía en todas las metáforas, sino en las que eran sacadas de la naturaleza; porque la naturaleza estuvo antes que nosotros, y en ella aguardan los misterios de la vida, porque ella todo lo ve. Ella y todos sus seres vivos (excluyendo a los humanos) están sumergidos en su existencia, y al ser así, ven la infinidad en todo su esplendor, su cuerpo camina por la tierra, mientras su ser vuela en su interior siguiendo sus ciclos naturales allá dentro donde nada te pasa porque estás sumergido en tu esencia protegida con las capas de la ilusión (qué crees que eres).

Se volvió un ermitaño para algún día despertar del sueño causado por el efecto sedante de la vida. Altaír observaba con sus pequeños ojos la confusión vida-sueño; como a veces la infinidad, tan fiel a la verdad, se mezclaba con nuestra realidad tan ambigua. Él veía como su mente lo engañaba. En el fondo él era consciente (en un nivel superior) de la hermosa mentira que vivía la humanidad.

Un día Altaír soñó que volaba hasta el tope del universo cósmico. Sentía el límite, lo rosaba, y se conectaba con él; con el más allá. De a poco Altaír fue entendiendo que él no estaba encerrado en un universo limitado, sino que estaba en lo que rodeaba al tronco de la verdad. Nosotros vivimos afuera del tronco de la verdad, no estamos encerrados en una jaula, sino que no podemos entrar por completo al tronco, solo a través de nuestra rama o alma, al fin lo comprendía, eso era. Altaír tenía la verdad en su interior; y la infinidad a su alrededor, infinidad porque las posibilidades eran infinitas en la tierra, posibilidades de qué era la existencia como un todo.

Era difícil comprender todas las metáforas que le enviaba el rayo de luz que había atravesado su ser. Era el rayo de la infinidad total… Y era usual creerlo ajeno a uno mismo en la tierra. Donde el pasto es verde y el cielo es azul, donde la gente se estabiliza en una sola verdad, cerrándose a las infinitas posibilidades.
Nosotros estamos donde la infinidad se libera naturalmente, donde las posibilidades son infinitas.

El rayo de luz se adentró en su ser para llenarlo de su esencia. Altaír era libre, había encontrado a su ser que todo lo sabía, a su infinidad interior, ahora todo era uno. El árbol se había cerrado para formar un capullo, o así le decía la metáfora; todos los seres formaban parte de lo mismo. La existencia había vuelto a la unión. Y al final lo único que faltaba era eso.
Al despertar, el mundo era abstracto, estaba hecho de conceptos. Altaír caminaba por sueños libre como él siempre lo anheló. Su cuerpo ya sin sentido, es máscara, esa jaula, se partió en dos y de él emergió un ave de alas ligeras; con ojos estrellados hechos de sueños y cuerpo de amor. Altaír era libre. Nada lo mantenía en este lugar que de tan extraña forma concebía su ser.
De ahora en adelante Altaír estaría en paz y seguiría los ciclos naturales de su ser, para seguir sus instintos físicos. En su mente él se sumergía en lo que finalmente perduraba en este lugar al que había llegado: la infinidad y el amor.

Pero Altaír no podía cambiar el mundo, el mundo había cambiado para él simplemente. Altaír de alguna manera entendió que afuera suyo todo había vuelto a la normalidad, pero había puesto una pequeña semilla de infinidad en cada ser, había abierto la parte más profunda de los humanos a las infinitas posibilidades. Altaír se convertiría en una metáfora para los seres que anhelaban la liberación. Eso era él, nada más que una metáfora, una ilusión, un sueño lleno de luz e infinidad.

miércoles, 20 de julio de 2011

La vida es sueño

Sin los sueños moriríamos. Son un pilar fundamental de nuestra capacidad de equilibrar nuestra existencia y aceptar nuestra condición (la limitación). Nos preparan para lo que viene, nos hacen experimentar con las sensaciones venideras que finalmente están en nuestro interior. Si es que no soñáramos, la vida no tendría sentido, explícitamente hablando.

El acto de soñar, y conectarnos con nuestro subconsciente, es darse cuenta de que hay algo más allá de la realidad que percibe nuestra conciencia. A través de ellos despertamos la natural sensación de infinidad en el ser. Por ejemplo, sueñas que al nacer sales del capullo de una flor; esto nos demuestra que el quiebre de la realidad está muy cerca de nosotros, el ir más allá, el conectarse con la infinidad; el sueño nos abre a fantasear, conectarnos con nuestro subconsciente que todo lo ve, escribir historias maravillosas…

En el sueño nuestra esencia se libera, se desordena y desparrama por nuestra conciencia; esto se muestra simplemente a través de nuestra infinidad interior… Hay que examinar bien nuestros sueños, porque son mensajes de nuestro ser interior; y estos mensajes son tan grandes que no caben de una vez en nuestra pequeña conciencia.

Todos los “yo” que tenemos surgen y brillan, atravesando las barreras de nuestra mente y el universo para demostrarnos que la infinidad es el sustento de todo; que finalmente la vida es como un caleidoscopio, porque aunque pocas son las mostacillas que caben en nuestra conciencia, estas siguen siendo parte de la infinidad, ergo, las posibilidades siempre serán infinitas, hasta en esta vida tan limitada y a la vez sin fin.

La vida es sueño porque a través del sueño agrandamos nuestra lupa (nuestra pequeña conciencia), y vemos todo naturalmente en plena infinidad; porque nosotros recibimos los mensajes de la existencia a través de una lupa y no vemos todo, somos capaces de frenar en un aspecto detallado de nuestra esencia, y profundizar en él. La vida es sueño porque nunca estamos totalmente despiertos. Es sueño porque refleja una verdad, porque es una sombra, una ilusión.

Los sueños nos muestran que a través de nuestra luz podemos llegar a la infinidad… Y nuestra luz, nuestra esencia es el cielo que todo lo vé.
Experimentamos con este confuso mundo, donde solo nos queda soñar, no anhelar, sino que ir dándole sentido a la confusión a través de lo que nos enseñan los sueños… Es hermoso ver como contenemos a duras penas nuestra infinidad (ya que es confuso solo ver una parte del puzle), y luego de la desesperación caemos rendidos, atormentados por la extrañeza que le causa a nuestra razón el no poder conectarse con su verdad, el resto del puzle… Siempre estará el sueño al final del día, el que te recuerda que tu día difícil solo fue una pesadilla, una sombra; que tu cielo sigue ahí, que tu esencia está intacta, y que sigue creciendo con naturalidad. Te regala ese calor que te dice que todo está bien como es, que no hay que luchar más…

Hacemos lo que podemos para completar las piezas que faltan del puzle (las que trascienden) para que calcen con la pequeña cantidad de piezas del puzle en nuestra conciencia. Buscamos cristales que estén armonizados con nuestra única vista de la vida para llenar el abismo, el misterio de lo desconocido.
Nuestro cielo es nuestra esencia en su estado más puro, esta es protegida por los sueños (los que nos hacen recordar a nuestra esencia) por lo que creemos que somos y nuestra concepción del mundo, sea errónea o no. Claro que nuestra esencia al ser infinita, tiene infinitos matices que cambian y se elevan a través de ciclos naturales, y esto pasa gracias a que nuestra esencia está protegida de estas bellas capas.

Nuestra esencia siempre estará dentro de nosotros, pero en el fondo está por encima de todo, ya que trasciende. Nuestro cuerpo es capaz de reducir y contener nuestra libre esencia propensa a los vuelos de descubrimiento.

El cuerpo es una lupa, ya que es capaz de desenredar estas raíces que crecen y se expanden constantemente dentro nuestro… Pero en los sueños agrandamos nuestra lupa y dejamos que las raíces se muevan libre y naturalmente. Vemos nuestra esencia con unos ojos más grandes. De esa manera, el ser humano descubre de a poco partes de su esencia y va renovando las capas (quienes creemos que somos y nuestra concepción del mundo) que rodean a la esencia para que se parezcan lo más posible a esta y para que estén más cerca la verdad.

Nunca lograremos ser pura esencia nada más; y eso es un regalo de la existencia, ya que podemos experimentar con cosas ajenas y desconocidas a nuestra esencia.
Ama tus sueños, ya que son las vibraciones enviadas desde tu ser más interior, el que equilibra y armoniza tu infinita cantidad de identidades. Lógicamente las vibraciones, pasarán por las capas que rodean nuestra esencia, por lo que no son mensajes puramente directos desde tu esencia, pero tú sabrás distinguir la ilusión de la verdad que finalmente es parte de ti. Entonces acepta la vista que nos entregan los sueños de nuestra esencia que va más allá de esta vida terrenal.

lunes, 27 de junio de 2011

La Infinidad


Tienes este nudo infinito que es contenido por el cuerpo, y a veces es confusa la manera en que la mente plasma o refleja este; ya que la infinidad es nuestra esencia y es un concepto que ha sido bloqueado por la gente, cuando este es el sustento de la existencia... Por lo que solo vemos fragmentos de nuestra esencia, y completamos lo que falta con conceptos finitos, lejos del tronco. Es decir, hay que mirar a la vida y a nuestro ser como un todo; hay que aceptar nuestra infinidad, porque si es que no hacemos esto, vamos a ir creando fragmentos que de una confusa manera (lejana a la verdad) calzan con la pequeña vibración que recibimos desde nuestro interior. Nuestra realidad tiene que girar en torno a lo infinito. Pero la verdad es que es difícil cambiar nuestro modo de pensar de un día para otro, por lo que tiene que ser un proceso lento. Nuestra conciencia es la punta del iceberg; y las vibraciones y energías están en constante movimiento, entonces si es que seguimos la lógica de la metáfora, es posible sacar a luz las respuestas que finalmente están en nuestro interior.

Soy alma infinita. Yo vuelo infinitamente, yo abro mi mente a la infinidad, y de esa manera me elevo y entro en paz. Es tan simple como el hecho de que es naturalmente mejor para el ser humano estar en el campo de las infinidades que en una jaula. Y es que lo que yo escribo se resume a eso. Se resume a la confusión, al plasmar, al cuestionamiento, a los conceptos sin fin, al conectarse con la esencia, que es lo más cercano que tenemos a la verdad; al tronco.

Entonces, sabemos que el cielo es como el alma, ya que el cielo permanece y es como una esfera que tiene una figura permanente, pero es infinita, como el horizonte. El alma es el cielo azul que se mantiene y trasciende, y la mente las nubes en constante movimiento.

Finalmente, lo único que puedes hacer es encontrar una manera de tirar de tu nudo infinito para ordenarlo y observarlo con tu lupa. Es entonces cuando tu mente se abrirá al infinito campo, a su rama conectada al tronco. Yo me elevo por sobre los esquemas e ilusiones que hemos creado; yo rompo la jaula en la que he nacido a través de mi mente. Yo creo en mi poder. Yo veo la infinidad... Juntos repitamos esto, y trascendamos por sobre lo finito. Y es que finalmente todo lo que conforma a la existencia es infinito, como yo y tu.

domingo, 12 de junio de 2011

Al final lo único que falta es la unión

Sentimos, pensamos, reflexionamos y expresamos. Simple. Criticamos y cuestionamos; crecemos y progresamos; aprendemos y evolucionamos; amamos y sentimos; descubrimos y nos adaptamos.

El hombre es un ser que por naturaleza busca la compañía, la comunión y la unión. Entonces, cada persona camina con un letrero, mostrándole a la humanidad su interior. Cada uno mirando hacia sus propias metas, y nunca al infinito horizonte, ni quienes lo rodean; siempre estabilizándose. Somos individuos. Pero sin la unión, nuestra esencia no brilla en su máximo esplendor, ni siquiera hacia uno mismo. Con la unión estimulamos nuestro interior.  Con la unión compartimos nuestras esencias a través de nuestros cuerpos, estos microscopios para nuestra alma que son capaces de contener y mirar detalladamente esta. La esencia del ser humano es la infinidad. La infinidad de las posibilidades, de la individualidad y la comunión; el conjunto y el amor.

El identificarte con los que te rodean, y el que te hagan saber que siempre irás por buen camino mientras mires al horizonte y sepas que el ser humano es infinito. Compartir con ellos la vida. Y disfrutar del cielo despejado, sintiendo la arena, mientras miras la puesta de sol en el horizonte.

Le tenemos miedo a la soledad, no al caminar de vuelta al tronco y exteriorizar nuestras experiencias con los demás.

No vinimos al mundo para construir una jaula alrededor nuestro. Y es tan simple como el hecho de que juntos todo es mejor. Juntos ayudamos a los que nos rodean a despejar sus cielos con las herramientas que hemos ido descubriendo con nuestro microscopio, y viceversa.

Al meternos en una caja estamos cortando la comunicación con el exterior, y surgen las obsesiones y confusiones. Y es que al final tampoco nos podemos encerrar a conectarnos con nosotros mismos, todos formamos parte del mismo tronco, de la misma red de conexiones. Si cortamos esas conexiones, nos perdemos en el vacío y en lo intrascendente. Unámonos y expongamos nuestras esencias a todos; conectémonos y volvamos al espíritu. Porque si volvemos a nuestras profundas esencias, nos daremos cuenta de que todos formamos parte de la misma metáfora.

martes, 31 de mayo de 2011

Adaptarse

El ir por el camino de la identidad y la verdad es la búsqueda de algo abstracto, infinito y real para llenar ese constante vacío del ser humano; es solitario. Y creo que el hombre es un hombre social que le tiene miedo a la soledad; pero hay encontrarse con uno mismo, el aceptar su mundo y adaptarse a su cambiante realidad.

Cada mundo es diferente, pero más únicos son los que no le dan la espalda a su esencia y no se convierten otro espejo mas del montón de espejos que se reflejan entre si. Los mundos auténticos deben de ser cautelosos al comunicar su esencia, ya que al ser única, esta puede ser rechazada. Es difícil llevar una doble vida; la interior (la con los otros mundos auténticos y uno mismo) y la exterior. La vida exterior es el comunicarse con los espejos y hablarles en un idioma, adecuarse a su mundo, pisar el turbio mundo de las identidades que se perdieron en la multitud. Multitud que lucha por encontrar algo con que reflejarse, pero que al estar rodeada de espejos, simplemente no refleja nada.

Al adaptarse al mundo de los espejos se viera como si uno fuera otro más, y te tratan como otro más; una gran situación de aprendizaje.

Claro que te empiezan a decir como tienes que ser. Y ahí se complica. La situación es frágil, uno esta sensible, percibiendo todo, subiendo las antenas constantemente, buscando el equilibrio; cuando viene alguien y te dice

- Inclina tus antenas al suelo.

Y ahí es cuando uno desea que la burbuja en que vivías antes no se haya expandido. Porque la burbuja no se rompe hasta que morimos; simplemente se va expandiendo y abriendo. Esta situación es el clásico ejemplo de el querer volver a la inocencia, de querer ser para siempre una semilla con una distorsionada forma de percibir la realidad; el querer ser un cachorro nuevamente y ser feliz sin motivos ni cuestionamientos. La clave esta en adaptarse al quiebre de la burbuja de la ignorancia. Y el proceso será difícil. Árduo será el camino de la cicatrización de la vieja burbuja; pero la expansión de la conciencia siempre será positiva, es finalmente la base del crecimiento, progreso y evolución del ser humano.

Personalmente, el que nuevos conocimientos hayan llegado a mi vida me reseteó. Y el camino a adaptarme a la nueva y más grande burbuja fue horrible, y aun no sé si me he adaptado a mi nuevo modo de ver la vida. Pero es solo terminar de ordenar las cosas que se salieron de lugar para luego seguir excavando en nuestro ser, descubriendo nuevos tesoros y causando terremotos.

Es el impacto de la perdida de la inocencia el que nos impide adaptarnos al comienzo: El saber que quedaba mucho por recorrer, el saber que el camino no estaba marcado nos hacia vivir el presente. El hecho de que eramos como una flor que crece hacia arriba, y se queda en el mismo lugar; y pronto seríamos como un adulto que camina. El impacto nos hace querer volver a parar, para crecer arriba sin que nada mas importe. Pero ya conoces lo que esta adelante, y supongo que hay que avanzar en ves de quedarse ahí. Es el querer achicar la burbuja, el dolor de saber de que nunca serás como antes. Pero quien sabe, siempre se vuelve a la infancia en la vejes.

Somos cambiantes. Y las burbujas evolucionan. El ser es el azul cielo que permanece y la burbuja las nubes circunstanciales; hay etapas mas claras y menos claras. Es el adaptarse a la nueva burbuja y su nueva conciencia que trae. Asusta y trae melancolía. Es el simple miedo a lo desconocido y nuevo. Pero finalmente no es algo desconocido; solo un cielo mas despejado.

jueves, 28 de abril de 2011

A través de los refugios mentales caminamos de vuelta al tronco....

Los refugios mentales son esos que te desconectan de una situación desconfortable sin físicamente irse del lugar. La base de estos son  la seguridad de que uno es, de que uno existe y de que uno solo necesita recordar quien es con el tiempo. Otro sería darse cuenta de que uno no forma parte de la situación, de que probablemente la situación simplemente sea causada por una falta de conciencia de parte de alguien en ese momento.

Alguna gente basa su modo de vivir en que nada importa, ya que algún día moriremos. Por el momento te calmará. Pero al profundizar en esta actitud hacia la vida nos damos cuenta de que es una corta y simple busqueda de algo más alla del promedio. No se puede vivir pensando en la muerte, claro que es parte esencial en la vida del ser humano, la equilibra. Es esa tristeza que cargamos toda la vida, la cual nos hace humanos. Es una tristeza que nos muestra nuevos horizontes, hay que abrirse a ella; es parte de nosotros. Si el ser humano no muriera, nuestra vida estaría incompleta; hay un equilibrio entre la vida y la muerte. Supuestamente toda nuestra vida es más larga que la muerte (supuestamente un instante en el que simplemente desaparecemos, quien sabe a donde). Esto es una simple deducción, ya que la vida y la muerte son escenciales para el ser humano. La muerte nos da ese sentimiento de que hay algo más alla, algo invisible a nuestros ojos. Desde nuestros ojos es una neblina que al acercarse a ella, se desvanece, mostrándote lo que hay más alla; lo cual es inmenso, tal vez hasta más grande que nuestra corta vida. Pero por ahora, la verdad es subjetiva.

Cuando uno percibe cuan poco es lo que sabemos ciertamente; se da cuenta de algo inmenso. Demasiado grande para nuestra pequeña jaula. Es ese gusto de un vacío que estamos constantemente llenando. Y desde ese punto de vista, el ser humano se ha estabilizado demasiado; cuando en la vida hay infinitas verdades.

Y son esos pensamientos que nos hacen valorarnos. Los cuales se convierten en un escudo que nos protege. Siempre vemos estas rosadas poleras que dicen: Se tu misma. A veces la vida es simple; esta bien, a veces hay que sumergirse y profundizar. Pero hay que valorar la simpleza de la vida, el echo de que estemos aqui y podamos disfrutar de muchas cosas que se comparten con todos. Pero tengan paciencia, que los pensamientos son descubrimientos, y aunque caiga un árbol en medio del bosque, de todos modos suena. Osea, estemos o no en la tierra, los conceptos seguirán ahí. Básicamente lo que nos da nuestro cuerpo es la capacidad de ordenar todos estos conceptos, el rasocinio, los sentimientos, etc.

Y es que yo siento que cada espíritu es una rama, y hay que conectarse con nuestra alma para volver al tronco, a la verdad; sin la muerte, la tierra sería un infierno, la vida no tendría sentido. Nosotros venimos a recordar lo que alguna vez supimos antes de que llegaramos a la tierrra; quien sabe para que. Ese es un misterio que nos da una gran incertidumbre que cargamos toda la vida. Nuestras vidas estarían mucho más vacías si es que no hubiera algo más alla de esta vida. Es el misterio el que nos da ls infinitas posibilidades pero aún así son posibilidades y son lógicas; podremos pensar que nos han cerrado nuestras mentes a esta realidad pero yo creo que es un hermoso regalo que expande nuestras mentes a las eternas posibilidades.

En conclusión, los refugios mentales son escenciales para el crecimiento; crean una burbuja al rededor nuestro que nos deja desenvolvernos con facilidad, y expresarnos claramente. Probemos de esa mágica sustancia que nos ha ofrecido la existencia, la infinita verdad. Somos hermosas ramas de un infinito tornco, somos parte de una sola verdad. Conectémosnos todos juntos a nuestro espíritu nuestro mejor refugio mental; el cual nos guiará de vuelta al tronco.

martes, 12 de abril de 2011

Involucrarse

Si ves una increíblemente bella ola en el mar, lo único que vas a querer es ir inmediatamente hacía ella, porque la ola representa la libertad, el amor, la felicidad, la paz y la infinidad. Pero la cosa es que siempre hay un equilibrio, no todo es “bueno” ni todo es “malo”, entonces antes de llegar a la inmensa ola debes pasar por esta espuma llena de odio, suciedad, turbiedad e inestabilidad. Entonces reflexionas, ¿me quiero involucrar y meter en esta inestable Cosa que me va a hacer pasar malos ratos, cuando puedo pasarlo siempre bien? Claro que no, eso si, esa reflexión es una simple respuesta. La cosa es que estas completamente encandilado por la majestuosidad de la ola y no profundizas en la respuesta; te atrae y te atrae, y luego descubres estas alas, que te harán volar encima de toda esta gruesa espuma. Inmediatamente empiezas a volar con tu espíritu sobre la espuma, mientras tu cuerpo nada a través de ella. Tu cuerpo es la llave a este mundo, a través de él expresas y liberas chispas de tu inmensa llama. Y lo que pasa es que tu cuerpo no puede trabajar ni responder correctamente al entorno sin ese fuego que lo alimenta. El alma y el cuerpo se complementan.

Entonces te das cuenta de que la mayoría de tu entorno te a interpretado erróneamente. Te sientes alienado. Y te das cuenta de que no puedes vivir sin la llave que abre tu espíritu a los demás, esa llave que exterioriza tu chispa. No puedes vivir desequilibrado, claro que fue una grata experiencia de aprendizaje mirar todo desde esta burbuja que sobrevolaba todo, te das cuenta de tantas cosas… La cosa fue que no dominabas el arte de volar por el cielo y luego, bajar a tierra. Porque finalmente no puedes sobrevivir al sistema así, tienes que pasar por la espuma que te hará valorar la ola aún más, te hará aprender y finalmente talvez te haga invitar a toda esa espuma a liberarse y fragmentarse en el campo de las posibilidades.

Tal vez sea una decepción para muchos tener que bajar de vuelta; luego de tener este vislumbre de toda la existencia como una sola cosa, luego de contemplar esta inasimilable cosa, uno siente cada vez más ganas de volar, de liberarse, de probar más de esa misteriosa e indescriptible infinidad de la existencia. Pero tristemente hay que bajar y enfrentar al sistema bien armado, con cuerpo y alma, equilibradamente.

Siempre estaremos invitados a volar, sin el vuelo el ser humano se encierra en esta jaula dorada, pero si siempre volamos, no estaríamos contribuyendo a la humanidad con nuestra chispa, sería egoísta que un maestro no le enseñara a sus aprendices el arte de la vida. Volvamos a la armonía y conectemos al alma y el cuerpo. Dejemos que el alma sea un volantín, que vuela libremente cuando quiere, pero el cuerpo tiene que ser capaz de tirar del fuerte hilo que los une cuando desee. Si has hecho tu tarea, y has contribuido con lo mejor que podías dar de tu llama interna, entonces el hilo se cortará y el volantín se expandirá eternamente, como el ser infinito que es.