domingo, 12 de junio de 2011

Al final lo único que falta es la unión

Sentimos, pensamos, reflexionamos y expresamos. Simple. Criticamos y cuestionamos; crecemos y progresamos; aprendemos y evolucionamos; amamos y sentimos; descubrimos y nos adaptamos.

El hombre es un ser que por naturaleza busca la compañía, la comunión y la unión. Entonces, cada persona camina con un letrero, mostrándole a la humanidad su interior. Cada uno mirando hacia sus propias metas, y nunca al infinito horizonte, ni quienes lo rodean; siempre estabilizándose. Somos individuos. Pero sin la unión, nuestra esencia no brilla en su máximo esplendor, ni siquiera hacia uno mismo. Con la unión estimulamos nuestro interior.  Con la unión compartimos nuestras esencias a través de nuestros cuerpos, estos microscopios para nuestra alma que son capaces de contener y mirar detalladamente esta. La esencia del ser humano es la infinidad. La infinidad de las posibilidades, de la individualidad y la comunión; el conjunto y el amor.

El identificarte con los que te rodean, y el que te hagan saber que siempre irás por buen camino mientras mires al horizonte y sepas que el ser humano es infinito. Compartir con ellos la vida. Y disfrutar del cielo despejado, sintiendo la arena, mientras miras la puesta de sol en el horizonte.

Le tenemos miedo a la soledad, no al caminar de vuelta al tronco y exteriorizar nuestras experiencias con los demás.

No vinimos al mundo para construir una jaula alrededor nuestro. Y es tan simple como el hecho de que juntos todo es mejor. Juntos ayudamos a los que nos rodean a despejar sus cielos con las herramientas que hemos ido descubriendo con nuestro microscopio, y viceversa.

Al meternos en una caja estamos cortando la comunicación con el exterior, y surgen las obsesiones y confusiones. Y es que al final tampoco nos podemos encerrar a conectarnos con nosotros mismos, todos formamos parte del mismo tronco, de la misma red de conexiones. Si cortamos esas conexiones, nos perdemos en el vacío y en lo intrascendente. Unámonos y expongamos nuestras esencias a todos; conectémonos y volvamos al espíritu. Porque si volvemos a nuestras profundas esencias, nos daremos cuenta de que todos formamos parte de la misma metáfora.

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