miércoles, 20 de julio de 2011

La vida es sueño

Sin los sueños moriríamos. Son un pilar fundamental de nuestra capacidad de equilibrar nuestra existencia y aceptar nuestra condición (la limitación). Nos preparan para lo que viene, nos hacen experimentar con las sensaciones venideras que finalmente están en nuestro interior. Si es que no soñáramos, la vida no tendría sentido, explícitamente hablando.

El acto de soñar, y conectarnos con nuestro subconsciente, es darse cuenta de que hay algo más allá de la realidad que percibe nuestra conciencia. A través de ellos despertamos la natural sensación de infinidad en el ser. Por ejemplo, sueñas que al nacer sales del capullo de una flor; esto nos demuestra que el quiebre de la realidad está muy cerca de nosotros, el ir más allá, el conectarse con la infinidad; el sueño nos abre a fantasear, conectarnos con nuestro subconsciente que todo lo ve, escribir historias maravillosas…

En el sueño nuestra esencia se libera, se desordena y desparrama por nuestra conciencia; esto se muestra simplemente a través de nuestra infinidad interior… Hay que examinar bien nuestros sueños, porque son mensajes de nuestro ser interior; y estos mensajes son tan grandes que no caben de una vez en nuestra pequeña conciencia.

Todos los “yo” que tenemos surgen y brillan, atravesando las barreras de nuestra mente y el universo para demostrarnos que la infinidad es el sustento de todo; que finalmente la vida es como un caleidoscopio, porque aunque pocas son las mostacillas que caben en nuestra conciencia, estas siguen siendo parte de la infinidad, ergo, las posibilidades siempre serán infinitas, hasta en esta vida tan limitada y a la vez sin fin.

La vida es sueño porque a través del sueño agrandamos nuestra lupa (nuestra pequeña conciencia), y vemos todo naturalmente en plena infinidad; porque nosotros recibimos los mensajes de la existencia a través de una lupa y no vemos todo, somos capaces de frenar en un aspecto detallado de nuestra esencia, y profundizar en él. La vida es sueño porque nunca estamos totalmente despiertos. Es sueño porque refleja una verdad, porque es una sombra, una ilusión.

Los sueños nos muestran que a través de nuestra luz podemos llegar a la infinidad… Y nuestra luz, nuestra esencia es el cielo que todo lo vé.
Experimentamos con este confuso mundo, donde solo nos queda soñar, no anhelar, sino que ir dándole sentido a la confusión a través de lo que nos enseñan los sueños… Es hermoso ver como contenemos a duras penas nuestra infinidad (ya que es confuso solo ver una parte del puzle), y luego de la desesperación caemos rendidos, atormentados por la extrañeza que le causa a nuestra razón el no poder conectarse con su verdad, el resto del puzle… Siempre estará el sueño al final del día, el que te recuerda que tu día difícil solo fue una pesadilla, una sombra; que tu cielo sigue ahí, que tu esencia está intacta, y que sigue creciendo con naturalidad. Te regala ese calor que te dice que todo está bien como es, que no hay que luchar más…

Hacemos lo que podemos para completar las piezas que faltan del puzle (las que trascienden) para que calcen con la pequeña cantidad de piezas del puzle en nuestra conciencia. Buscamos cristales que estén armonizados con nuestra única vista de la vida para llenar el abismo, el misterio de lo desconocido.
Nuestro cielo es nuestra esencia en su estado más puro, esta es protegida por los sueños (los que nos hacen recordar a nuestra esencia) por lo que creemos que somos y nuestra concepción del mundo, sea errónea o no. Claro que nuestra esencia al ser infinita, tiene infinitos matices que cambian y se elevan a través de ciclos naturales, y esto pasa gracias a que nuestra esencia está protegida de estas bellas capas.

Nuestra esencia siempre estará dentro de nosotros, pero en el fondo está por encima de todo, ya que trasciende. Nuestro cuerpo es capaz de reducir y contener nuestra libre esencia propensa a los vuelos de descubrimiento.

El cuerpo es una lupa, ya que es capaz de desenredar estas raíces que crecen y se expanden constantemente dentro nuestro… Pero en los sueños agrandamos nuestra lupa y dejamos que las raíces se muevan libre y naturalmente. Vemos nuestra esencia con unos ojos más grandes. De esa manera, el ser humano descubre de a poco partes de su esencia y va renovando las capas (quienes creemos que somos y nuestra concepción del mundo) que rodean a la esencia para que se parezcan lo más posible a esta y para que estén más cerca la verdad.

Nunca lograremos ser pura esencia nada más; y eso es un regalo de la existencia, ya que podemos experimentar con cosas ajenas y desconocidas a nuestra esencia.
Ama tus sueños, ya que son las vibraciones enviadas desde tu ser más interior, el que equilibra y armoniza tu infinita cantidad de identidades. Lógicamente las vibraciones, pasarán por las capas que rodean nuestra esencia, por lo que no son mensajes puramente directos desde tu esencia, pero tú sabrás distinguir la ilusión de la verdad que finalmente es parte de ti. Entonces acepta la vista que nos entregan los sueños de nuestra esencia que va más allá de esta vida terrenal.